miércoles, 19 de octubre de 2011

Alistair Brownlee

Tiene 23 años y vive en Bramhope, un pequeño pueblo de Yorkshire (cerca de Manchester) junto a su hermano, el también atleta de triatlón Jonathan, y otros dos deportistas. Obsesivo y compulsivo con el deporte, inagotable porque disfruta con ello, Alistair Brownlee (Leeds, Inglaterra; 1988) es el nuevo campeón del mundo de triatlón, título que ya consiguió en 2009 y que el curso pasado se lo arrebató el español Gómez Noya, tercero en la general de este año, justo por detrás del propio Jonathan. Alister, atleta con cara de adolescente y pecosa, se entrena los siete días de la semana y, como señaló en una entrevista al periódico The Guardian, no cree en el descanso. "Ni un solo día", puntualiza. Todas las mañanas, se levanta a las 6.30 de la mañana para cumplir una agenda que se repite cada jornada y solo se altera cuando hay competición.

Los lunes, corre 90 minutos, nada una hora, va al gimnasio otra y después termina la jornada con dos horas encima de la bicicleta. Los martes por la mañana nada cerca de tres horas y después corre y pedalea; por la tarde, sigue corriendo. El miércoles, tras una sesión más corta de natación que la del día anterior, corre 90 minutos y se va a montar en bicicleta tres horas. El jueves va a la piscina por la mañana, corre cerca de dos horas y dedica la tarde al pedaleo. El viernes lo define como su día menos duro: natación, ciclismo y carrera suave. Sábado y domingo retoma el ritmo frenético. Todos los días dedica entre cinco y seis horas a machacarse, se mete en la cama pasadas las nueve de la noche y se despierta al amanecer.

Por el camino, antes de convertirse en campeón del mundo, ha dejado de lado la carrera de Medicina que comenzó en Cambridge y que abandonó cuando vio que llegaban los patrocinadores y que podía vivir del triatlón. Con 12 años y en Nottingham, descubrió junto a su madre el triatlón - su tío competía-, y decidió probar el deporte. Su madre le inculcó el amor al agua y de su padre ha heredado el carácter obstinado. Nada más comenzar la universidad, decidió abandonar los estudios para ser médico como sus progenitores -sí ha podido, sin embargo, compaginar las horas de entrenamientos con las licenciaturas de Psicología y Educación del Deporte-, y se mudó a Bramhope. Un minúsculo pueblo rodeado de campo en donde el atleta encuentra su refugio. Alérgico a la fama, es muy celoso de su intimidad y no hay nada que le reconforte más que bajar cada mañana al garaje de su casa, lleno de zapatillas y de bicicletas, para dedicarse a un deporte que define para "personas chifladas".

"Cuando comencé de niño, nadie conocía el triatlón; era para locos o chiflados, te miraban raro", declaraba en The Times. Un deporte que se hizo más popular cuando se convirtió en olímpico. Precisamente, los Juegos de Londres de 2012 son la obsesión de Alistair, que terminó duodécimo en Pekín y que sueña con ganar el oro en su país. Y uno de sus principales rivales será su hermano menor con el que se entrena todos los días en Bramhope, Jonathan, y al que desquicia alguna vez por su impuntualidad. Tiempo parece sobrarle a este campeón inglés inagotable, que, con 23 años, ya manda en el triatlón mundial.



Fuente: ELPAIS.COM